HISTORIA EN BREVE

  • Establecer una inmunidad protectora en las mascotas a través de las vacunas es importante para prevenir enfermedades infecciosas, pero muchos dueños de mascotas no entienden que al vacunarlas más seguido no brindan más o mejor inmunidad
  • Muchos veterinarios convencionales opinan que las reacciones adversas a las vacunas en las mascotas, sin importar su gravedad, por alguna razón valen la pena el riesgo
  • Esta peligrosa perspectiva demuestra claramente por qué la mayoría de los veterinarios continúan promoviendo las revacunaciones automáticas en lugar de realizar pruebas de titulación para medir la inmunidad de un animal
  • Tampoco reconocen la vacuninosis, que se define como una reacción crónica no solo al virus alterado en las vacunas, sino también a los químicos, adyuvantes y otros componentes de la cadena celular del cultivo de tejidos, así como posibles cambios genéticos, que pueden ser causados por las vacunas
  • Como principal defensor de tu mascota, hay pasos que puedes seguir para disminuir el riesgo de reacciones adversas a la vacuna

Por la Dra. Karen Shaw Becker

Por desgracia, la mayoría de los veterinarios continúan sin estar informados sobre el potencial para provocar reacciones adversas en las mascotas cuando son revacunadas. Como resultado, continúan promoviendo la revacunación automática en lugar de realizar pruebas de títulos de anticuerpos para ver si sus pacientes necesitan esa segunda, tercera o décima revacunación contra dicha enfermedad.

Pero me molesta más que muchos veterinarios continúen recomendando los mismos protocolos de vacunación, aunque las mascotas hayan sufrido reacciones a las vacunas anteriores o hayan sido diagnosticadas con problemas médicos graves. También minimizan los posibles efectos adversos de la vacuna, aun sabiendo que las reacciones leves son bastante comunes en las mascotas vacunadas y, que después de las reacciones leves, podrían presentarse reacciones alérgicas que pueden poner en peligro la vida de una mascota.

Tampoco se preocupan por los posibles efectos a largo plazo de las vacunas, a pesar de que los sarcomas relacionados a las vacunas en gatos, como solo un ejemplo, “se ha visto que ocurre entre 2 meses y 10 años después de la vacunación”.

Para aclarar mi punto de vista, revisemos la página en el sitio web de la Asociación Americana de Medicina Veterinaria (AVMA, por sus siglas en inglés) titulada “What to Expect After Your Pet's Vaccination” (solo disponible en inglés).

Reacciones adversas "leves" y más graves a las vacunas

El primer conjunto de reacciones adversas a la vacuna que analiza la AAMV se describe como comunes y leves, y aparecen horas después de la vacunación:

  • Molestias e inflamación en la zona de vacunación
  • Fiebre leve
  • Poco apetito y actividad
  • Podrían presentarse estornudos, tos leve u otros signos respiratorios dentro de 2 a 5 días después de una vacuna intranasal

La AAMV advierte: "Es común que las mascotas experimenten algunas o todas estas reacciones" y "en caso de que estos efectos secundarios permanezcan por más de un día o dos, o causen molestias enormes, es importante contactar inmediatamente a un veterinario."

El segundo grupo de reacciones se describe como menos común y más grave, y puede presentarse en cuestión de minutos a horas después de la vacunación:

  • Vómitos o diarrea persistentes
  • Picazón en la piel como si fueran ronchas ("urticaria")
  • Hinchazón en el hocico y alrededor de la cara, cuello u ojos
  • Tos severa o dificultad para respirar
  • Colapso

La AVMA advierte que, “estas reacciones pueden poner en peligro la vida y representan una emergencia médica. Si se presenta alguno de estos síntomas, busca atención veterinaria de inmediato.

La AVMA describe un sarcoma felino en el lugar de la inyección como "una hinchazón pequeña y firme debajo de la piel" que puede desarrollarse en el lugar donde se administró una vacuna reciente y que "debería comenzar a desaparecer en un par de semanas". Además, “si persiste más de tres semanas, o parece estar creciendo, debes comunicarte con tu veterinario”.

Sin embargo, si vas a la página “Vaccines and sarcomas: A concern for cat owners”, puedes obtener mucha más información sobre “una reacción adversa poco común pero grave que puede ocurrir en la zona donde se administró la inyección”.

¿Por qué correr el riesgo de causarle cáncer a tu gato?

Los sarcomas son tumores malignos y pueden desarrollarse en semanas, meses o incluso años después de la vacunación. El sarcoma felino en la zona de inyección felina (FISS, por sus siglas en inglés), también llamado sarcoma relacionado (VAS, por sus siglas en inglés), es causado por la vacuna contra la rabia felina y la vacuna contra el virus de la leucemia felina (FeLV).

Desde hace mucho tiempo la comunidad veterinaria ha tenido conocimiento del problema del sarcoma felino asociado a la vacuna.

En 1991, tres años después de que el estado de Pennsylvania ordenara la vacunación contra la rabia en los gatos, los expertos de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Pennsylvania descubrieron una relación entre las vacunas felinas y un incremento en el sarcoma felino. Poco después de este descubrimiento, la Universidad de California en Davis hizo una conexión entre la vacuna de FeLV (leucemia felina) y los sarcomas.

La mayoría de los primeros casos de sarcomas diagnosticados y que se relacionaron con las vacunas, se desarrollaron alrededor de los omóplatos de los gatitos afectados. Esta es el área del cuerpo de un gato donde típicamente se aplicaban todas las vacunas antes de mediados de la década de 1990.

Para descifrar qué vacunas causaron los sarcomas, en 1996 el Grupo de Trabajo para el Sarcoma Felino Asociada a la Vacuna emitió recomendaciones a los veterinarios de aplicar las vacunas específicas en las áreas determinadas del cuerpo.

Por ejemplo, las vacunas contra la rabia debían administrarse en la pata trasera derecha y las vacunas de FeLV en la pata trasera izquierda. Las inyecciones tenían que colocarse en la parte baja de las piernas, lo más lejos posible del cuerpo, por lo que la amputación de la parte inferior de la pierna podría ofrecerse como una opción de tratamiento contra el cáncer.

Después de que se implementaron las recomendaciones de la zona de vacunación en 1996, los sarcomas en el cuello disminuyeron en los próximos 10 años. Sin embargo, incrementaron en las extremidades torácicas y pélvicas y el abdomen, sobre todo en el lado derecho.

Después de 1996, las patas traseras derechas de los gatos vacunados se convirtieron en la ubicación más común de los sarcomas, por lo que se asumió que la vacuna contra la rabia era la inmunización que más causaba cáncer.

La importancia de inyectar muy por debajo de la pierna se hizo evidente con el aumento en los sarcomas lateral del abdomen después de 1996. Si un gato está en una posición encorvada, se le vacuna en la zona que supuestamente es la extremidad pélvica, lo que podría resultar en una inyección en la parte lateral del abdomen, porque la piel se mueve cuando el gatito está parado.

En 2013, un equipo de investigadores veterinarios publicó un estudio que sugiere que las vacunas en la cola podrían hacer que el tratamiento quirúrgico de los sarcomas asociados con la vacuna sea más fácil y menos desfigurante, lo que a su vez podría alentar a más dueños a que sus gatos reciban tratamiento para el cáncer.

Como veterinaria integradora, enfocada en mantener proactivamente el bienestar de las mascotas, estoy mucho menos interesada en qué ciertas partes del cuerpo son mejores para las inyecciones de vacunas (y la amputación posterior como tratamiento para los sarcomas) a diferencia de determinar qué vacunas realmente necesita un animal en función de su inmunidad, edad, estilo de vida y exposición real al riesgo.

Muy pocos veterinarios evalúan los riesgos reales de las mascotas para detectar infecciones que fueron transmitidas de un animal a otro. Por ejemplo, la gran mayoría de las enfermedades infecciosas en los gatos se transmiten cuando los gatos salvajes sin vacunar interactúan con otros gatos domésticos que también estaban infectados. Pero ¿cuál es el riesgo para los gatos vacunados y domesticados que solo salen de sus lujosas casas cuando pasean con correa? El riesgo es casi nulo. El riesgo real radica en aplicar vacunas excesivas a estos gatos que ya están protegidos y que no han tenido contacto con otros animales que podrían estar infectados.

La vacunación excesiva es algo real

La mayoría de los veterinarios convencionales no reconocen la condición de la vaccinosis y el termino tampoco es muy conocido por muchos dueños de mascotas. Pero primero, hablemos sobre lo que no es la vacunación excesiva.

No es una reacción adversa aguda, ni tampoco inmediata, a una vacuna como las que mencioné anteriormente. Los eventos adversos o hipersensibilidades, ya sean leves (como letargo, síntomas parecidos a la gripe, etc.) o graves (como shock anafiláctico), que claramente están relacionados a una vacuna reciente, son aceptados por la comunidad veterinaria convencional. Son vistas como anormalidades ocasionales de un procedimiento básicamente seguro.

La vacunación excesiva (vaccinosis), por otro lado, es un problema que solo los veterinarios holísticos e integradores están dispuestos a reconocer; sin embargo, muchos veterinarios convencionales se han vuelto más abiertos al concepto desde que organizaciones de salud prominentes han reconocido los posibles efectos secundarios continuos de la vacuna antiCOVID.

Es una reacción a una vacuna que se aplicó sin que la mascota experimentara un evento adverso notable o hipersensibilidad. Estas son reacciones crónicas no solo al virus alterado en la vacuna, sino también a los químicos, adyuvantes y otros componentes de la cadena celular del cultivo de tejidos, así como posibles cambios genéticos, que pueden ser provocados por las vacunas.

El Dr. Richard Pitcairn, quien tiene un doctorado en inmunología y también es un experto y educador de renombre mundial en homeopatía veterinaria, así como autor del manual de atención integral de la salud para mascotas, Dr. Pitcairn's Complete Guide to Natural Health for Dogs & Cats, lo define de esta manera:

"La vacunación excesiva debe interpretarse como la alteración de la fuerza vital por la vacuna que provoca un cambio mental, emocional y físico, y que, en algunos casos, puede convertirse en una condición permanente".

De acuerdo con el Dr. Pitcairn, las vacunas que supuestamente protegen a las mascotas contra las enfermedades naturales agudas en realidad crean afecciones crónicas con características de la enfermedad que la vacuna debió haber protegido. Esta transformación ocurre en el laboratorio, donde los virus naturales se modifican para hacer vacunas.

Cuando el virus natural debería provocar una fuerte respuesta del sistema inmunológico, el virus de la vacuna creado en el laboratorio no provoca dicha reacción significativa del sistema inmunológico del animal. En cambio, tiene el potencial de crear cambios crónicos en el cuerpo que pueden provocar enfermedades.

La administración de una vacuna también es muy diferente a la manera en que se desarrolla una enfermedad natural en el cuerpo de un animal. Las vacunas contienen varias sustancias reactivas, incluyendo metales pesados, cultivos de bacterias/células mutadas, irritantes inmunológicos (adyuvantes), proteínas extrañas y conservadores químicos.

Todas estas toxinas se administran al momento de aplicar la vacuna en la sangre y la linfa, lo que obstruye las primeras líneas de defensas, incluyendo la piel, nariz, membranas mucosas, saliva, etc. Así que, el virus modificado en el laboratorio no es antinatural, sino que la forma en que ingresa al cuerpo de un animal también es muy antinatural. Cuando observa la situación desde esta perspectiva, es lógico ver cómo las vacunas pueden desencadenar reacciones anormales en el sistema inmunológico.

Los síntomas de la vacunación excesiva

Síntomas comunes

  • Letargo
  • Rigidez
  • Pérdida de pelo
  • Falta de apetito
  • Cambio de color del cabello en la zona de la inyección
  • Conjuntivitis
  • Fiebre
  • Estornudos
  • Dolor
  • Úlceras bucales

Síntomas serios

  • Inmunosupresión
  • Granulomas y abscesos
  • Cambios de comportamiento
  • Urticaria
  • Vitíligo
  • Hinchazón facial
  • Pérdida de peso
  • Hipersensibilidad alérgica
  • Baja producción de leche (hembras)
  • Enfermedad respiratoria
  • Cojera
  • Uveítis alérgica

Síntomas graves

  • Sarcomas en la zona de la inyección (cáncer)
  • Glomerulonefritis
  • Anafilaxia
  • Miocarditis
  • Artritis autoinmune
  • Encefalitis o polineuritis
  • Poliartritis
  • Convulsiones
  • Osteodistrofia hipertrófica
  • Aborto
  • Anemia hemolítica autoinmune
  • Anomalías congénitas
  • Trombocitopenia inmunomediada
  • Muerte embrionaria (fetal)
  • Tiroiditis
  • Infertilidad

Cómo proteger a tu mascota del daño de las vacunas

Mi protocolo de vacunación es administrar una primera ronda de vacunas para cachorros (moquillo, parvo, adenovirus) o vacunas para gatitos (panleucopenia, calici, herpes) antes de las 12 semanas de edad, casi alrededor de las 9 a 10 semanas. La segunda ronda aparece entre las 15 y 16 semanas. Dos semanas después de la segunda ronda, realizo una prueba de títulos de anticuerpos (a través de una simple extracción de sangre) para asegurarme de que el animal haya sido inmunizado y no solo vacunado.

Las pruebas de títulos posteriores se pueden realizar tan a menudo como lo desee el dueño (la mayoría de los veterinarios las recomiendan una vez al año) para garantizar que el perro o gato todavía esté protegido contra la enfermedad y teniendo en cuenta que la inmunidad contra las enfermedades centrales dura mucho más de lo que indican las directrices de vacunación y, en ocasiones, hasta de por vida. Por lo general, no realizo la prueba de títulos en los gatos que viven dentro de casa después de sus vacunas principales ya que su exposición es casi nula.

Cuando se trata de la rabia, prefiero administrar la primera vacuna a los 6 meses y luego, de acuerdo con lo exigido por la ley, un refuerzo 1 año después y cada 3 años a partir de entonces. La campaña “Protect the Pets” del Dr. John Robb busca enmendar las leyes obligatorias de la vacunación excesiva contra la rabia, así como para que acepten las pruebas de títulos para la rabia.

“Esto es algo muy simple”, dice el Dr. Robb. "Vacunamos para desarrollar inmunidad. Podemos medir esa inmunidad con un simple análisis de sangre llamado prueba de titulación".

Por lo general, no recomiendo las vacunas complementarias. Cada vacuna que recibe tu mascota debe cumplir con los siguientes criterios:

  • Primero, tu perro o gato debe estar sano. Si tiene alergias, problemas endocrinos, disfunción de órganos, cáncer (o sobreviviente de cáncer), epilepsia u otro problema médico, no es candidato para recibir vacunas.
  • Las vacunas son para enfermedades mortales (esto elimina a la mayoría).
  • Tu mascota corre el riesgo de exposición a la enfermedad.
  • La vacuna se considera efectiva y segura (la mayoría no lo son, en especial para las bacterias Lyme y Lepto).
  • Tu mascota nunca ha tenido una reacción adversa a una vacuna. No vacunes a una mascota que haya tenido una reacción previa a alguna vacuna de cualquier tipo.

Si vacunas a tu mascota, pídele a tu veterinario integral que te proporcione una desintoxicación homeopática de vacunas como Thuja (una opción común para todas las vacunas, excepto la rabia).

También es importante considerar que numerosas vacunas complementarias solo se encuentran disponibles como un complemento de otras vacunas, algunas de las cuales son esenciales. Te recomiendo que consultes con tu veterinario para asegurarte de que ninguna de las vacunas secundarias se esté complementando con las vacunas principales que recibe tu mascota.

Por desgracia, la mayoría de los veterinarios convencionales no recetan vacunas individuales, por lo que es necesario solicitar los viales de la vacuna antes de asumir que tu mascota solo recibirá un agente a la vez. Si vives en los Estados Unidos, en este enlace puedes encontrar un veterinario integrador o de bienestar que personalice un protocolo de vacunas y títulos en torno a las necesidades individuales de tu mascota.