HISTORIA EN BREVE

  • La coprofagia (perros que comen popo) se conoce como el comportamiento que nos recuerda que nuestros mejores amigos caninos no son humanos; también es un comportamiento que a la mayoría de los dueños de mascotas no le gusta hablar y prefieren evitarlo
  • La coprofagia en perros quizá tiene múltiples causas relacionadas con la nutrición, el microbioma intestinal y problemas de comportamiento
  • Un estudio realizado en 2018 encontró que la mayoría de los perros que practican la coprofagia tienden a ser glotones, viven en hogares con varios perros y prefieren heces frescas; los investigadores también descubrieron que, ningún producto ni la modificación del comportamiento son efectivos para erradicar este problema
  • La forma más efectiva de impedir que tu perro coma popo es asegurándote que lleve una alimentación a base de alimentos frescos y nutricionalmente óptima y con suplementos adecuados, además, de mantener su ambiente interior y exterior limpio para que no tenga tentaciones

Por la Dra. Karen Shaw Becker

A pesar de tener un lugar en nuestros hogares y corazones, los perros no son humanos, y eso es algo que los perros que comen popo conocen muy bien. Este comportamiento repugnante es un problema tan común que justifica las búsquedas en Internet e incluso estudios universitarios.

Desde la perspectiva de los humanos, la coprofagia es un comportamiento tan incomprensible que nos volvemos locos tratando de descifrar por qué nuestros compañeros peludos se involucran en esta actividad que nos resulta tan repugnante.

¿La coprofagia podría ser un desequilibrio nutricional o intestinal?

En mi experiencia, muchos perros comienzan a comer popo porque sus cuerpos tienen una necesidad de corregir una insuficiencia o desequilibrio en el proceso digestivo. Por ejemplo, tal vez el páncreas no esté produciendo suficientes enzimas digestivas, lo que hace que los alimentos no digeridos se desechen sin ser digeridos (lo que las hace atractivas para los perros hambrientos) y provoca que el animal con deficiencia busque heces ricas en enzimas (como popo de conejo).

O tal vez hay un desequilibrio de bacterias intestinales, por lo que tu perro se topa con la popo ideal, según su nariz, y eso podría solucionar el problema. Sin importar la causa de este hábito, creo que es seguro asumir que los perros comen popo no solo porque piensen que es deliciosa, sino porque sus cuerpos les dicen que ingieran un "ingrediente" que se encuentra en las heces, algo que no están consumiendo por medio de su alimentación.

Con base en mi experiencia, puedo decir que la coprofagia es más frecuente en perros que comen croquetas, que es una alimentación biológicamente inapropiada y difícil de digerir. No se trata de qué nutrientes come tu mascota, sino de qué nutrientes absorbe y cuáles no.

Tanto los perros como los gatos pueden digerir mejor los alimentos crudos o los alimentos enlatados, pero no las croquetas. Comer sin digerir significa que, con el tiempo desarrollara deficiencias nutricionales, y nuestras mascotas podrían necesitar nutrientes suplementarios de cualquier fuente, incluyendo no digeridos en la popo de otro perro que fue alimentado con croquetas.

Sospecho que la razón por la que la mayoría de los perros que consumen heces prefieren las heces frescas es porque, además de las enzimas digestivas, también contienen muchos microbios necesarios para regenerar bacterias beneficiosas en el intestino. Por esta razón, los suplementos con probióticos también podrían ayudar a reducir el deseo de buscar y consumir los microbios provenientes de fuentes fecales.

El trasplante de microbiota fecal se está volviendo más común tanto en la medicina humana como en la veterinaria como un tratamiento efectivo para una variedad de infecciones gastrointestinales (GI) sistémicas. Los perros podrían seguir sus instintos innatos para tratar sus propios desequilibrios digestivos El trasplante de microbiota fecal puede ser de gran beneficio para muchos perros que comen popo porque aborda las bacterias específicas que son necesarias para reequilibrar la microbiota.

El consumo de heces puede tener una causa conductual

Algunos perros, en especial los de las perreras o en situaciones de entrenamiento basadas en castigos, pueden comer popo porque sienten ansiedad o estrés. Investigaciones sugieren que los perros que son castigados por hacer sus necesidades en lugares inapropiados podrían pensar que defecar es malo, por lo que se comen la evidencia para evitar repercusiones físicas.

La coprofagia también es un problema en las fábricas de cachorros. Los cachorros que pasan hambre, son destetados muy pronto, tienen que pelear con otros por comida o se ven obligados a estar en una pequeña jaula durante semanas y sin estimulación física o mental, tienen un alto riesgo de consumir heces de forma habitual.

La coprofagia también puede ser un comportamiento aprendido. Los perros mayores en el hogar pueden ser un modelo a seguir en el comportamiento del consumo de heces.

Y, lo creas o no, algunos perros son muy selectivos con la popo que comen. Algunos la prefieren congelada; otros solo la de un animal en particular, y algunos solo la comen ciertas épocas del año.

Los perros que comen popo tienen algunas cosas en común

En 2018, un equipo de investigadores del Center for Companion Animal Health de la Universidad de California, Davis, estudió los factores involucrados en el consumo de heces caninas. Los investigadores se centraron en el comportamiento de la coprofagia en el que los perros comían popo de perro (la propia o la de otro perro).

La paradoja es que, debido a que los perros se niegan a defecar (lo que se demuestra por el hecho de que no ensucian sus guaridas y son susceptibles al entrenamiento), no tiene sentido que algunos se involucren en la coprofagia.

Los investigadores utilizaron dos encuestas para recopilar datos para el estudio. Una encuesta con 1552 respuestas, descubrió que el 16 % de los perros se podrían clasificar como consumidores de heces ya que se les descubrió en el acto al menos 6 veces.

De este grupo, se observó al 76 % consumir heces más de 10 veces. Hubo algunas similitudes entre los perros, la edad del destete o su edad actual, pero no su alimentación. Sus dueños reportaron que todos los perros fueron entrenados, lo que sugiere que poseen una aversión a las heces.

La otra encuesta fue diseñada para dueños que saben que sus perros consumen heces y se obtuvieron 1475 respuestas. Los investigadores descubrieron que el 38 % de estos perros practicaban el hábito de consumir heces de forma semanal y el 62 % diario. Algunos hallazgos adicionales:

Muchos de los perros del estudio pertenecían a razas de sabuesos o terrier; la raza más probable fue el perro pastor de Shetland y la menos probable fue el Poodle

El 75 % eran perros mayores de 4 años

Con frecuencia vivían en hogares con varios perros, lo que podría sugerir que hay un componente social o un "mal ejemplo" en el comportamiento

El 85 % prefirió las heces frescas (no más de 2 días)

También comían tierra y heces de gato

Tenían más probabilidades de ser comedores codiciosos que los perros que no se involucran en esta actividad

Los productos para impedir este comportamiento no son efectivos

El equipo de investigación de UC Davis también analizó varios productos que afirman tratar la coprofagia, así como algunas técnicas para modificar el comportamiento. Utilizaron las mismas encuestas de la web para evaluar la eficacia de 11 productos disponibles de forma comercial que afirman ayudar a frenar el hábito, incluyendo 21st Century Deterrence®; Coproban®; Deter®; Dis ‐ Taste®; For ‐ Bid®; Nasty Habit®; NaturVet Deterrent®; Potty Mouth®; S.E.P®; Stop Stool Eating®; Stop Tabletss®.

De acuerdo con las respuestas de los padres de mascotas, el mejor de los productos tuvo solo el 2 % de efectividad. Otros tres tuvieron una tasa de éxito del 1 % y el resto no sirvieron. El manejo del comportamiento para frenar el consumo de heces tampoco fue eficaz según las respuestas de la encuesta. El comando "déjalo" obtuvo la calificación más alta de solo el 4 % (pero tienes que atrapar al perro en el acto para que pueda funcionar).

En pocas palabras, la mayoría de los expertos están de acuerdo en que la coprofagia es un comportamiento normal del perro que para corregirlo varía de difícil a imposible. La mejor manera de evitar que un perro consuma heces, es asegurarse de que no haya heces en su entorno, y cuando salga a caminar, debes supervisarlo, en caso de que otro perro o animal haya defecado en el área.

Si tu perro participa en este comportamiento, asegúrate de realizar un análisis de heces al menos una vez al año para verificar que no tenga parásitos internos que pasen a través de la cadena alimentaria.